se producen por la destrucción prematura de los hematíes
circulantes, ante la cual la médula ósea responde aumentando la producción de
hematíes a diferencia de las congénitas, son consecuencia de situaciones
adversas que aparecen después del nacimiento.
Para su
estudio, las anemias hemolíticas adquiridas se clasifican en dos grandes
grupos: las adquiridas de mecanismo inmune y las adquiridas de mecanismo no
inmune.
Las adquiridas de mecanismo inmune
La
destrucción de los eritrocitos por acción de componentes plasmáticos
relacionados con el sistema inmunitario: inmunoglobulinas (auto-anticuerpos),
complemento o agentes medicamentosos inmunógenos.
En todos los casos, el proceso tiene lugar en
la membrana del eritrocito, y su resultado es una lesión irreversible de la
misma, con lisis eritrocitaria (hemolisis). La hemolisis puede tener lugar en
el propio sistema vascular (hemolisis intravascular) o en el sistema
mononuclear fagocítico, por eliminación prematura de los eritrocitos lesionados
(hemolisis extravascu lar). Las anemias hemolíticas de mecanismo inmune pueden
clasificarse en cinco grupos:
1.
Anemia hemolítica autoinmune
Esta
producida por auto-anticuerpos o anticuerpos generados por el organismo
contra-antígeno propio; en este caso, los presentes en la membrana eritrocitaría
Su desarrollo se atribuye a una alteración funcional del sistema inmunitario, y
constituye la causa más frecuente de hemolisis adquirida en la práctica
clínica. En la mitad de los casos, aproximadamente, aparece en el curso de una
enfermedad inmune o de un síndrome linfoproliferativo.
En el 50%, aproximadamente, de los casos aparece espontáneamente, es
decir, sin causa aparente (AHAI idiopatica), mientras que en el resto lo hace
en el curso de una enfermedad de base (AHAI secundaria). La expresividad clínica
de la AHAI es variable, y se halla relacionada con el mecanismo de la hemolisis
que, a su vez, depende del tipo del autoanticuerpo (IgG, IgA, IgM), de su
concentración en plasma (titulación) y de si posee o no capacidad para fijar el
complemento.
Los
autoanticuerpos más frecuentes son de tipo IgG, seguidos del tipo IgM, siendo
excepcionales los de tipo IgA o IgD. Para actuar, se fijan a la superficie de
la membrana eritrocitaria sensibilizando los eritrocitos y facilitando su
eliminación por los macrófagos del sistema retículo endotelial (SRE).
Los
anticuerpos IgG se fijan a receptores de la membrana de los macrófagos mediante
su fragmento Fe, mientras que los anticuerpos IgM carecen de receptores
celulares donde fijar su fracción Fe y su acción depende fundamentalmente de la
activación del complemento. Una de las características de los autoanticuerpos
es que su actividad depende de la temperatura, por lo que pueden clasificarse
en tres grandes grupos:
1. Autoanticuerpos calientes, Se caracteriza porque los
autoanticuerpos actúan a la temperatura del organismo (37 °C), son de clase IgG
y la hemólisis es predominantemente extravascular. Puede ser idiopática o
secundaria. Las enfermedades asociadas con mayor frecuencia son el lupus
eritematoso diseminado y otras enfermedades autoinmunes, leucemia linfocitica crónica, linfomas con
actividad exclusivamente hemolítica a 37 °C.
2. Autoanticuerpos fríos o
crioaglutininas, son
los que reaccionan mejor con su antígeno correspondiente a bajas temperaturas.
Se hallan normalmente en el suero pero carecen de significación clínica. Cuando
su amplitud térmica aumenta pueden causar hemólisis. Este incremento se
acompaña de un título muy elevado del anticuerpo en el suero. Suelen ser de
clase IgM, aunque´se han descrito algunos de clase IgA y, muy rara vez, IgG.
Con capacidad aglutinante y hemolítica entre 0 y 20 °C.
3. Autoanticuerpos bifásicos, que se fijan a la membrana
eritrocitaria a baja temperatura y producen hemolisis a temperatura corporal
(37 °C). Se conocen como hemolisinas de Donath-Landsteiner.
Reacción hemolítica postransfusiona.l Esta producida por anticuerpos
contra antígenos presentes en la membrana de los eritrocitos de un donante no
compatible, administrados mediante la transfusión de sangre.
La hemolisis transfusional inmediata es la complicación más temible de la transfusión sanguínea. Consiste en la destrucción de los eritrocitos transfundidos por anticuerpos presentes en el plasma del receptor, y va acompañada de la activación de los mediadores de la inflamación y la coagulación. Clínicamente, se manifiesta por fiebre de aparición brusca, escalofríos, dolor lumbar y abdominal, opresión precordial, disnea, vómitos y diarreas. Casi siempre existe hemoglobinuria (orinas), lo cual constituye una manifestación de la hemolisis intravascular masiva.
En los
pacientes sometidos a anestesia, los síntomas precoces pueden pasar
desapercibidos, siendo el primer signo de incompatibilidad la hipotensión o la
hemorragia difusa en el campo operatorio. La incompatibilidad en el sistema ABO
se debe casi siempre a errores en la identificación de las muestras extraídas
para las pruebas de compatibilidad o del paciente en el momento de la transfusión.
El riesgo de
cometer estos errores es particularmente elevado en los Servicios de Urgencias,
en los que es frecuente la transfusión simultánea a varios pacientes en
situación crítica. La medida aislada más eficaz para prevenir la incompatibilidad
ABO es la realización de una última comprobación del grupo del paciente y de la
unidad de sangre en la cabecera del enfermo, justo antes de iniciar la transfusión.
El tratamiento se dirige a la corrección del shock y a la prevención de la
insuficiencia renal. Es imprescindible mantener una buena hidratación y un
flujo urinario superior a 100 mL7h, lo que se consigue habitualmente con
manitol en perfusión continua y furosemida.
La
hemolisis transfusional retardada se produce en individuos inmunizados por una
transfusión previa cuando se someten a una nueva transfusión con eritrocitos
incompatibles y Estos individuos suelen tener concentraciones del anticuerpo
tan pequeñas que, generalmente, son indetectables con las pruebas habituales de
compatibilidad.
Aunque los casos típicos se caracterizan por una caída inexplicable de
la concentración de hemoglobina a los 4-10 días de la transfusión, acompañada
de ictericia y fiebre, lo habitual es que la hemolisis sea tan lenta que pase
inadvertida, o sólo se sospeche al comprobar el escaso rendimiento de la
transfusión. La prueba de Coombs directa es positiva, y en el suero o en el
eluido se encuentra el anticuerpo responsable de la incompatibilidad.
3.
La Enfermedad
Hemolítica Del Recién Nacido (EHRN)
obedece a un fenómeno de inmunización materna por antígenos de grupo
eritrocitarios (Rh y/o ABH) procedentes del feto (aloinmunización). En la EHRN,
los eritrocitos fetales son destruidos por anticuerpos maternos generados
durante el embarazo por incompatibilidad feto-materna.
La aparición de la EHRN puede ser precoz (a partir del cuarto mes de
gestación) o tardía (próxima al parto).
La aparición precoz de EHRN da lugar a formas clínicas muy graves consistentes en hidropesía fetal por anasarca fetoplacentaria
intrauterina, con pérdida del feto (aborto) o parto prematuro de un feto muerto
o que fallese poco después del parto.
La aparición tardía es la forma más frecuente (70-80% de
casos) y puede evolucionar hacia formas leves o moderadamente graves de EHRN. Los niños que
sobreviven a esta situación pueden presentar secuelas graves de la enfermedad,
como sordera, espasticidad, coreoatetosis o deficiencia mental.
Su diagnostico Se basa fundamentalmente en la realización de la PAD o
PAI en una muestra de sangre del recién nacido, ambas pruebas serán positivas
debido a la presencia de anticuerpos fijados en los eritrocitos o circulantes
en el plasma, respectivamente. Debe identificarse el grupo sanguíneo, tipo de Rh, presencia de anticuerpos
fijados a los eritrocitos (PAD) y determinación de concentración en sangre de hemoglobina y bilirrubina indirecta.
El
tratamiento de la EHRN puede ser preventivo
o paliativo. El tratamiento preventivo pretende evitar la aparición de
la aloinmunizacion, mientras que el paliativo tiene como finalidad reducir la
producción de anticuerpos maternos contra el feto. El primero, consiste en la
administración a la madre de gammaglobulina anti-D (Rhlg) que previene contra
el efecto inmunitario de los eritrocitos Rh+ del feto antes de que estos entren
en contacto con la sangre materna (inmunización pasiva).
4. Anemia hemolítica inmunomedicamentosa
(AHIM) es poco
frecuente y puede confundirse fácilmente con la AHAI común debido a que la PAD
suele ser positiva. La AHIM se ha asociado con la administración de ciertos
medicamentos muy empleados en la práctica clínica (penicilina y a-metil DOPA,
entre otros) y cuya acción puede realizarse a través de tres mecanismos
diferentes: mecanismo del hapteno, mecanismo del neoantigeno y mecanismo
autoinmune o desconocido.
La
superficie eritrocitaría puede ser causa de una PAD positiva, sin reacción
hemolítica acompañante (mecanismo de la adsorción de proteínas no inmunes).
Este efecto se atribuye a que las cefalosporinas favorecen la adsorción de
diversas proteínas (albumina, complemento, inmunoglobulinas y otras) sobre la
superficie de los eritrocitos, y facilitan la positivización inespecífica de la
PAD. Este fenómeno, no obstante, carece de trascendencia clínica.
Mecanismo del hapteno, en este mecanismo, el medicamento, o
alguno de sus derivados, se fija intensamente a la membrana eritrocitaria y
actúa como hapteno, es decir, se une al anticuerpo sin que éste contacte
directamente con ninguna estructura eritrocitaria. La penicilina es el
prototipo de medicamento que actúa a través de este mecanismo, aunque pueden
hacerlo también otros como, por ejemplo, la cefalotina, isoniacida, quinidina,
eritromicina, tetraciclinas, estreptomicina, carbromal, cisplatino, ciclofenilo
y bromodiacetilurea.
Mecanismo del neoantigeno, constituye un mecanismo mucho menos
frecuente que el anterior, y obedece a la formación de un antígeno nuevo cuando
el medicamento interacciona con la superficie del eritrocito. Los fármacos que
actúan a través de este mecanismo son ciertos antialgicos bien conocidos como
la fenacetina, el paracetamol y el acido acetiIsalicilico (AAS), y también la
quinidina, quinina, acido paraaminosalicilico (PAS) y la rifampicina.
Este
mecanismo de acción, totalmente diferente al del hapteno, explica el que
pequeñas dosis del medicamento puedan producir intensas crisis hemolíticas y,
debido a ello, este cuadro clínico suele presentar la gravedad de un síndrome
hemolítico agudo con intensa hemoglobinuria y, ocasionalmente, insuficiencia
renal.
Mecanismo autoinmune. En este mecanismo el medicamento
parece actuar sobre el sistema inmunitario provocando la formación de
autoanticuerpos que actúan directamente contra la membrana eritrocitaria, como
sucede en la AHAI.
5. Hemoglobinuria paroxística nocturna (HPN) es la denominación, más bien
pintoresca, que se ha dado a una enfermedad cuya manifestación clínica puede
variar desde una discreia anemia normocitica y moderadamente regenerativa a una
pancitopenia grave por aplasia de la medula ósea.
La HPN tiene
su origen en una mutación somática adquirida. Cuya consecuencia es un defecto
de membrana consiente en un aumento de su sensibilidad al efecto litico del
complemento plasmático. Se trata, por tanto, de un trastorno infrecuente
situado a nivel de la célula madre pluripotente, cuya manifestación clínica
predominante es la anemia crónica, aunque puede cursar también con leucopenia,
plaquetopenia o incluso pancitopenia como expresión periférica de una aplasia
grave de médula ósea.
Dado el
carácter clonar de la HPN, la gravedad del cuadro clínico no depende solo de la
intensidad de la hemolisis sino también de la posible existencia de leucopenia
y trombocitopenia o de la frecuencia e intensidad de los fenómenos tromboticos
venosos. La HPN afecta a ambos sexos, y su mayor incidencia suele observarse
entre los 30 y los 40 anos. Clínicamente, es polimorfa y puede cursar con
predominio de una u otra sintomatología, según el grado de afectación de las
diferentes líneas celulares.
Su
diagnostico En cualquiera de sus formas de presentación clínica
(predominantemente hemolítica, pancitopenica o trombotica), la sospecha clínica
de HPN puede confirmarse mediante un conjunto de determinaciones
complementarias entre las que destacan las siguientes:
·
El hemograma muestra generalmente una anemia
moderada, con ligero descenso del número de leucocitos y/o plaquetas. Aunque la
anemia suele ser normocitica y normocroma, la existencia de ferropenia asociada
puede manifestarse por una microcitosis e hipocromia.
·
Los reticulocitos suelen hallarse aumentados durante
la fase activa de la enfermedad y normales, o solo ligeramente elevados,
durante la fase crónica. Cuando la HPN se asocia con insuficiencia medular
(aplasia medular o hipoplasia) se aprecia reticulocitopenia.
·
El
examen de la medula ósea resulta muchas veces anodino,
pero casi siempre presenta signos que pueden ser orientativos. Así, en las
formas de predominio hemolítico, se aprecia un patrón hipercelular con un
aumento de la serie eritropoyetina (eritroblastos ortocromaticos) en la que se
observan algunos rasgos morfológicos de diseritropoyesis o megaloblasticos.
·
Las
pruebas de laboratorio específicas que resultan
útiles en el diagnóstico de HPN pueden clasificarse en directas e indirectas.
Las pruebas indirectas son las más comúnmente empleadas en la práctica clínica,
y consisten en demostrar los efectos del trastorno de membrana (hemolisis
intravascular, aumento de la sensibilidad al complemento y alteraciones
asociadas en leucocitos y plaquetas). Las pruebas directas consisten en
demostrar la existencia del defecto (análisis citofluorometrico de los
antígenos CD55 y CD59 en eritrocitos y leucocitos).
·
La prueba
de la hemolisis en suero acidificado (prueba de Ham-Dacie) consiste
en incubar a 37 °C los eritrocitos frente al propio suero acidificado y frente
a un suero normal homologo, también acidificado. La positividad viene dada por
la existencia de hemolisis en ambos casos, y obedece a la activación de la via
alternativa del complemento por efecto del pH. Existe otra enfermedad en la que
también puede observarse positividad de la prueba de Ham-Dacie
(diseritropoyesis congénita tipo II o HEMPAS), pero solo frente a un
determinado número (10-15%) de sueros homólogos y nunca frente al propio.
No existe tratamiento
especifico de la enfermedad, por lo que cuando es necesario, debe recurrirse a
tratamientos paliativos. Entre ellos, destacan la fluidoterapia y la
hiperhidratacion, que deben acompañarse de la administración de concentrados de
eritrocitos lavados cuando la concentración de hemoglobina en sangre desciende
por debajo de 90 g/L o cuando existen episodios agudos de hemoglobinuria. En la
HPN, las transfusiones tienen como único objetivo paliar el efecto de la
anemia, mientras se está a la espera de poder aplicar tratamientos más
específicos.
ANEMIAS HEMOLITICAS
ADQUIRIDAS NO INMUNES
Constituyen un grupo de
anemias hemolíticas de etiología muy variada y, aunque menos frecuentes que las
AHAI, son fácilmente distinguibles de ellas tanto por su comportamiento clínico
como por la negatividad de la prueba de Coombs. Todas las anemias hemolíticas
incluidas en este grupo obedecen a una agresión extrínseca de los eritrocitos,
excepto el caso de la HPN, debida a un defecto adquirido de la membrana
eritrocitaria.
Hemolisis
mecánica
Los eritrocitos se ven sometidos
a importantes fuerzas de cizallamiento, que resisten fácilmente gracias a su
gran capacidad de deformación. En determinadas circunstancias, no obstante, la
presencia de lesiones del sistema vascular puede alterar la dinámica
circulatoria hasta el punto de producir su fragmentación o hemolisis mecanica.
Las causas de la hemolisis mecánica son, en realidad, muy diversas, aunque
pueden clasificarse en dos grandes grupos: las lesiones del corazón y grandes
vasos, y las lesiones de pequeños vasos y microcirculacion.
Anemia hemolítica mecánica por
lesiones cardíacas y de grandes vasos
- Prótesis
valvulares sintéticas
- Valvuloplastias
y trasplante valvular
- Suturas
y reparaciones intracardíacas (parches deTeflón)
- Valvulopatías
no operadas (aórtica o mitral)
- Estenosis
aórtica
- Rotura
del seno de Valsalva
- Reparaciones
quirúrgicas de grandes vasos
- Coartación
aórtica
- Fístula
arteriovenosa
- Síndrome
de Kasabach-Merrit
- Hemangioendoteliomas
- Circulación
extracorpórea
- Hemodiálisis
- Tratamiento
quirúrgico de la tetralogía de Fallot
Hemolisis tóxica
Sustancias toxicas u
oxidantes que, cuando penetran en el organismo (por inhalación, vía digestiva o
parenteral), pueden actuar directamente sobre la membrana eritrocitaria y
producir hemolisis (origen exógeno). Otras veces, las sustancias toxicas u
oxidantes proceden del propio organismo como consecuencia de algún trastorno
metabólico adquirido (hipofosfatemia, hiperlipemia, uremia y otros) o
congénito.
Hemolisis toxica de origen exógeno
Las
sustancias toxicas que pueden ingresar en el organismo y causar hemolisis destaca
ciertos compuestos, algunos de origen medicamentoso, cuya actividad
intensamente oxidante puede explicar que, en algún caso, su administración
pueda producir hemolisis.
Otros
compuestos tóxicos son los metales pesados, como el plomo, cuya intoxicación
crónica da lugar al saturnismo, el arsénico de los gases que pueden inhalar los
trabajadores de refinerías metálicas, el oxigeno molecular cuando se inhala a
máxima concentración (hemolisis de los astronautas) o cuando el agua penetra
por vía respiratoria o parenteral (choque osmótico).
En el caso del agua, solo produce hemolisis cuando los
eritrocitos circulantes entran en contacto directo con la hipotonía plasmática
creada por el exceso de agua intravascular. Esto sucede en sujetos que sufren
una entrada masiva de agua dulce (no agua de mar, que tiene el efecto
contrario) por vía respiratoria, con inundación de los alveolos (ahogamiento).
Finalmente, el veneno de víboras (serpiente venenosa)
contiene una enzima (fosfolipasa A) que, liberada en el plasma, descompone los
fosfolipidos de la membrana eritrocitaria en lipoderivados que, a su vez,
deshacen la unión entre fosfolipidos y colesterol, y producen una
desestructuración global de la misma, con intensa hemolisis intravascular e
insuficiencia renal aguda.
Sustancias
con actividad hemolítica sobre eritrocitos normales
SUSTANCIAS CON POTENTE ACCIÓN
OXIDANTE
Medicamentos
- Sulfonamidas
- Sult'onas
(dapsona)
- Nitrofurantoína
- Sulfasalazina
- Salicilatos
(ácido p-aminosalicílico)
- Fenazopiridina
- Fenacetina
- Sustancias
tóxicas
Hemolisis por infecciones o parásitos
La hemolisis
de tipo intravascular se caracteriza por la presencia de abundantes
microesferocitos en sangre periférica. Otro microorganismo cuya infección puede
ocasionar una anemia hemolítica es el bacilo gramnegativo Bartonella
bacilliformis, que se adhiere a la superficie externa del eritrocito sin
penetrar en el.
El cuadro
clínico se caracteriza por una intensa anemia, con adenomegalias y fiebre
elevada (fiebre de Oroya).
El
diagnóstico puede realizarse con facilidad mediante el examen morfológico de la
extensión de sangre que, junto con una acentuada eritroblastosis, muestra la
presencia del parásito fijado a la superficie externa de los eritrocitos. La anemia hemolítica adquiere gran relevancia
clínica cuando el parásito penetra de alguna forma en el interior del
eritrocito, ya que facilita su rotura o la fagocitosis por el SMF.
Entre los
parásitos que penetran en el interior de los eritrocitos destacan dos
protozoos: Plasmodium en sus diferentes variedades P. malariae, P. ovale, P.
vivax o P. falciparum causante del paludismo o malaria, y B. microtti que
provoca la babesiosis.
El
diagnóstico, además de las características del cuadro clínico, debe basarse en
el antecedente del contacto previo con áreas endémicas y en la observación del
parásito en la extensión simple de sangre
o mediante gota gruesa.
Hiperesplenismo
Es un tipo
de trastorno que hace que el bazo destruya rápida y prematuramente células
sanguíneas.
Cuando el bazo
aumenta de tamaño (esplenomegalia), aumentan también sus funciones culling y
pitting con lo que suele producirse una mayor retención de células sanguíneas.
Aunque la principal manifestación de este fenómeno suele ser la anemia (anemia
y esplenomegalia de la hipertensión portal, por ejemplo) no es infrecuente la
coexistencia de leucopenia y trombocitopenia con lo que, en algunos casos,
puede observarse un cuadro clínico de pancitopenia por hiperesplenismo.
Causas de
hiperesplenismo
ANEMIAS HEMOLITICAS CONGENITAS
- Esferocitosis
hereditaria
- Eliptocitosis
congénita
- B-talasemia
mayor
- Anemia
falciforme
CITOPENIAS INMUNES
- Púrpura
trombopénica inmune (PTI)
- Neutropenia
inmune
- Anemia
hemolítica autoinmune
INFECCIONES
- Mononucleosis
infecciosa
- Endocarditis
bacteriana subaguda
- Paludismo
- Esquistosomiasis
- Tuberculosis
miliar
- Leishmaniasis
- Brucelosis
SÍNDROMES INFLAMATORIOS CRÓNICOS
- Lupus
eritematoso sistémico (LES)
- Artritis
reumatoide (síndrome de Felty)
- Sarcoidosis
SÍNDROMES CONGESTIVOS
- Cirrosis
hepática
- Trombosis
de la vena porta
- Obstrucción
de la vena esplénica
- Síndrome
de Budd-Chiari
- Insuficiencia
cardíaca congestiva
ENFERMEDADES INFILTRATIVAS
- Linfomas
- Tricoleucemia
- Policitemia
vera
- Mielofibrosis
idiopática
- Enfermedad
de Gaucher
- Enfermedad
de Niemann-Pick
- Amiloidosis
- Glicogenosis
TUMORES Y QUISTES ESPLENICOS
MECANISMO IDIOPATICO
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